Poseidón parece despertar de un letargo que adormeció no solo las aguas, sino las conciencias sumisas de los esclavos del sistema y de aquellos que mal o bien contribuyen a su funcionamiento. Todos dormían, aunque el ruido lo disimulara y les hicieran creer que no. ¿Siguen durmiendo? Nadie lo sabe. Lo que sí está claro es que algo empieza a temblar, que las aguas se agitan, que las esperanzas reaparecen y que los somníferos ya no están haciendo tanto efecto.
¿Tanto?
¿Tanto?
1 comentario:
Más Platón, menos Prozac.
Más cabeza, menos pastis.
Soy tuti, Mati, por si las moscas don.
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